Semanas atrás leí en la página web. de la BBC. (de la cual saqué la ilustración), la noticia acerca de una empresa española que ha tenido la infeliz ocurrencia de lanzar al mercado papel higiénico que lleva impreso novelas, poemas y escritos en general, de reconocidos autores. Digo infeliz –para ellos no debe serlo, ya que se están enriqueciendo - porque considero que es una nueva superficialidad de nuestra fatua sociedad consumista. Son muchas las casas donde se consigue un revistero en el sanitario, así que no veo que cosa viene a suplir eso del papel higiénico.
No soy cultora del libro. Debo reconocer que los míos los cuido y después de un tiempo de leídos y vuelta a leer, los dono. Así de alguna manera se comparte el placer de leer y se fomenta el interés por la lectura; pero eso de leer en papel toilette se me ocurre lo más incómodo del mundo. ¿Qué opinarán los escritores al respecto? ¿Cómo funcionan los derechos de autor, con esta modalidad?... Ahora los best-sellers no se identificarán por la cantidad de ejemplares editados, traducidos y vendidos, sino por la cantidad de rollos de papel higiénico consumidos.
Para comenzar, imagino que cada persona de la familia, deberá tener su propio rollo de papel si se deseas dar continuidad a la lectura. Dado el caso por ejemplo, que el señor de casa esté leyendo el Quijote –cómodamente sentado en su water- y termine la lectura en el capítulo 3 o 4 de la obra. Procede a limpiarse el trasero con los capítulos ya leídos y el resto queda pendiente. Pero ¿qué sucede si luego el mismo rollo de papel es utilizado por la señora de la casa y gasta los capítulos que vienen a continuación?... Ná que el señor se quedó a medio camino de la obra. ¿O será que la idea es leer de todo y a la vez de nada ?
Presumo que el costo de esta diletancia, debe ser superior a un papel higiénico común y quizá hasta al de un libro (6 $ el rollo). Desde otra perspectiva, suponen el gasto de papel que esto ocasiona si cada persona de la familia atesora sus rollos para uso exclusivo. Otro detalle, es que la tinta de impresión debe ser de alta calidad y que no destiña, como suele suceder con los diarios, de lo contrario saldremos con letras estampadas en nuestras partes pudendas. Antes de empatarse en esta moda habrá de efectuar un estudio de viabilidad de la operación: cantidad de sanitarios de la casa, numero de habitantes, etc.
Supongamos que usted, enganchado en una obra detectivesca de Agatha Christie permanece en el sanitario hasta terminar el capítulo donde Poirot descubre al asesino; o sea pasa media-mañana sentado leyendo –gastando papel en demasía, lo que a la larga no resulta nada ecológico- mientras los otros habitantes de la casa hacen cola para usufructuar el único sanitario existente.Entonces, los reclamos por el uso del sanitario, serán de este tenor:
-¡Coño!,quién se limpió el culo con las rimas de Bécquer que estaba leyendo…
-¿Es que vas a tirar la puerta abajo? En esta casa no hay privacidad. ¡Ni siquiera una novela se puede leer en paz !...
- ¡Momentooooooo! Ya finalizo el capítulo…
Me declaro tradicionalista en este aspecto. Prefiero no tener que exponerme a estas situaciones escatológicas... Continuo leyendo de la forma habitual. Me gusta tener mis libros de cabecera en la mesita de noche; llevármelos a la cama cómodamente. Leo con calma y disfrute. Nadie me está apresurando y mantengo una relación más honorable con el libro, la obra y el autor.
Ilustración tomada de la Web.