20 mayo, 2008

Basura visual


A mi ciudad la tienen llena de vallas, pancartas, avisos luminosos y cualquier tipo de mamotreto que a algún publicista se le ocurra colocar para inducirnos a lo que sea: desde salvar nuestra vida, consumir tal o cual producto, asistir a tal o cual espectáculo y especialmente de un tiempo para acá, glorificar las realizaciones del proceso revolucionario y su amadolider.

Si de propaganda electoral se trata, la misma permanece pegada en postes del alumbrado per secula seculorum, pues parece ser que el que la colocó, no es responsable de volverla a quitar pasado el período electoral.Yo abogo por mi ciudad, pero imagino que en el interior de la república la cuestión debe ser igual. Caracas además de la basura acumulada en calles y avenidas, acumula contaminación visual y sonora por doquier. ¡Debemos estar a la vanguardia en este aspecto! Aquí no hay una vía que se salve de estos esperpentos.

Acaba de aparecer en plena Plaza Venezuela, una muñeca descomunal y horrible –especie de estatua gigantesca de plástico- para publicitar una marca de ropa interior femenina. ¡Cuando la vi casi choco del susto! Toda esa área de la Plaza Venezuela, tan emblemática para nuestra capital, otrora muestra de la urbe ideal está recargada de mal gusto; de teatros y edificios abandonados, monumentos en una constante remodelación que nunca termina y una zona rental de la UCV que jamás se desarrolló. Por ejemplo, las dos torres Polar y Phelps han sido dañadas desde el punto de vista arquitectónico: una por la colocación de un horrible pocillo rojo, que hace propaganda a una marca de café y la otra por una bola bicolor, representativa de un refresco.

El hermoso mural de Soto que permanece descolorido en la Torre Capriles, desmerece al lado de las pancartas que cuelgan en la fachada del edificio. Hasta un señor, creo propietario de una agencia de publicidad, coloca sus pensamientos filosóficos de medio pelo en enormes vallas en la Autopista Francisco Fajardo.
Ni las declaradas zonas verdes por la Municipalidad se salvan de la contaminación visual. Las mismas municipalidades incurren en el delito de permitir la colocación de vallas en las zonas ique protegidas y en las aceras, dificultando el paso de los peatones. Dense una caminata por la urbanización Las Mercedes y comprobarán lo que aquí denuncio.Los edificios y muros privados no escapan a estas agresiones. Las paredes de grandes edificios, muestran –imagino que para beneficio de sus inquilinos- anuncios variopintos, que dañan la arquitectura de la edificación.

Los edificios gubernamentales están llenos de afiches, pancartas –con errores ortográficos incluidos, banderolas y fotos de los jerarcas del régimen –en especial del amadolider- mediante los cuales se nos trata de convencer que: ahora El petroleo es de todos o que la CIA es la culpable del maletinazo: ¡CIA, respeta agarra tu maleta..! (ésta la vi en la propia PDVSA y me iba dando un soponsio) y toda esa cropoideologizacion que se les ocurre.

Los muros de las casas no se salvan de los graffiti indiscriminados y con el consabido mensaje amoroso de algún despechado. En verdad y si me dan a escoger, prefiero los graffiti, que son una expresión espontánea y subversiva de sus autores y sin fines crematísticos. Algunos son muy ocurrentes y buenos dibujos tienen. Pero las vallas no las soporto. No es que odie los carteles o afiches y diseño gráfico en general, es que la publicidad que nos acogota, a mi entender, deja mucho que desear. Quizá alguna que otra colocada en sitios adecuados pasen, pero la forma indiscriminada como aquí abundan me parece desastroso para el ornato de la capital y hasta peligroso para el tránsito automotor. Más de un chofer debe haber chocado al distraerse por ver la apetitosa humanidad de una chica que semi-desnuda, hace propaganda a cualquier cosa, para lo que no es ni remotamente necesario desnudarse.

Ya sé que las municipalidades cobran impuestos por la colocación de estos mamotretos, e intuyo que hay ordenanzas para ese asunto, pero por lo visto lo económico ha privado para estos municipios y ellos mismos terminan por infringir sus propias ordenanzas. Correspondencia envío a mi Alcalde al respecto, pero ¡no me para bolas ! Como habitante de un municipio, yo prefiero que me suban los impuestos si en ello va la eliminación de toda esa basura visual que me rodea.No habrá quien señal que Caracas hay asuntos más importantes que ocuparnos del ornato, pero resulta que no. Los otros y éste, acumulan los muchos problemas que tenemos por resolver en la Capital.



Caracas, septiembre 2007
n.b:La pancarta que ilustra esta crónica no es para hacerle propaganda al proceso, muy por el contrario, es para que noten el error ortográfico. Se supone que la Mision Ribas formará bachilleres (¿?)