20 mayo, 2008

La casa de las 7 ventanas


Años atrás –1920 a 1930- cuando Caracas era pueblerina y sus habitantes llegaba si acaso a las 200.000 mil almas, no existían esas nuevas urbanizaciones de casas-quintas, ni edificios lujosos de muchos pisos para viviendas u oficinas. La ciudad pequeña aún, estaba rodeada de grandes haciendas y conucos de labradores, en su mayoría de laboriosos Canarios venidos de ultramar. Todos los caraqueños vivían en casas. Unas más grandes que las otras. La familia vivía unida: padres, hijos, nietos. En una casa podían convivir varias generaciones a la vez.


Nuestras casas tenían techo de tejas rojas de barro cocido: portón, zaguán, patio interno (con piso de mosaicos multicolores ) y corral al final de las habitaciones. Este ultimo generalmente de tierra, con algunos árboles y animales.

En la Caracas colonial -todavía semirural- el nivel social lo determinaba el tamaño de la casa y para ello las mismas se clasificaban según la cantidad de ventanas que tuvieran hacia la calle. En una casa de dos ventanas seguramente vivía un familia de modestos recursos. Una de cuatro ventanas o más, era de una familia de alta posición, es decir mantuana. O sea, a más ventanas más alto en la escala social. Muchas de estas enormes casas ocupaban casi toda una cuadra y tenían entrada por una calle y salida por la otra. Las ventanas eran altas y delgadas, protegidas por barrotes y celosías. En su interior tenían el poyo, donde las jovencitas se sentaban de tarde a ver pasar los viandantes y recibir las serenatas de sus galanteadores. En pocas parroquias de Caracas quedan en pié algunas de estas casas. Una de éstas es La Pastora, pero las casas que allí existen están muy deterioradas y venidas a menos.

Aledaña a la plaza del Panteón aún existe una hermosa casa con fachada de piedra y escudo heráldico en el portón. Creo era propiedad de la familia Santaella. Está muy conservada ya que allí funciona una organización del estado. Esta zona del Panteón estaba rodeada de muchas de esas casas que con el paso de la modernidad fueron demolidas. Otra de estas viviendas está situada en la Parroquia Altagracia entre las esquinas de Veroes y Jesuitas -en pleno centro de la capital- a pocas cuadras de la Catedral. Es propiedad de la familia Mendoza. Cuidadosamente restaurada, da cabida a un centro cultural auspiciado por las empresas de esta familia: La Casa de estudio de la Historia de Venezuela. (1) En la acera opuesta a esta bella casa, hay otra que está totalmente en ruinas. Tiene una placa legible que indica que allí funcionó el colegio Santa María y dio clases el prócer José Martí...

Pero la modernidad se impuso. Ahora tenemos urbanizaciones convertidas en ghetos, gracias a la inseguridad. Compramos apartamentos en propiedad horizontal. ¿De donde habrá salido este nombre? ¡Me suena a nicho de cementerio! Tenemos rascacielos acristalados, cada uno más horroroso que el otro y la ciudad tiene un cinturón de ranchos, inequívoca señal de marginalidad y superpoblación. Todo para recordarnos que Caracas ya no es la ciudad de los techos rojos.


¡Vainas de mi ciudad!

Caracas, abril 2006
(1) Ilustración tomada de la pag. Web. de esa institución. http://www.casadelahistoriadevenezuela.com