23 septiembre, 2017

Quién mató a Tío conejo..?




Sin duda la gente mi generación y quizá otros màs jóvenes, recordarán a Tambor el muy listo conejillo de Bambi, una de las primeras películas animadas de Disney llena de hermosas enseñanzas. Y no creo redundante de mi parte traer a colacion los personajes de nuestros cuentos infantiles: Tío tigre y Tío conejo. Recuerdo que el último siempre le ganaba la partida al felino, con sus mañas y astucias. Juzgo necesario referirme a ellos, debido a las declaraciones de un alto personero gubernamental y la controversial reacción que tal asunto tuvo en la población, precisamente por cómo  percibimos en muestro imaginario a los lepóridos. 

El Sr. Freddy Bernal (factotum de las bolsas CLAP), tuvo la infeliz ocurrencia de proponer la cría hogareña de conejos para palear la hambruna del soberano. Por si no se ha dado cuenta, con esta propuesta este señor reconoce  que gracias a la revolución que defiende, la población padece un sinfin de calamidades incuyendo la falta de alimentos... Empero, vamos a lo que vamos: los conejos.

Lo que se ingiere es cultural: a muchos les parecerá casi sacrílego comerse un conejo o una libre ya que tradicionalmente el conejito es una mascota o un simbolo pascual. En nuestra mesa es ordinario comer otro tipo de roedores: lapas y chiguires, por nombrar unos pocos. Éstos son  impensables de ingerir en otras latitudes donde sí comen corrientemente conejos, así como es  inadmisible entre nosotros alimentarnos de carnes de caballo y burro como en España y Francia,  o de acures (llamados cuyes en Suramérica) donde también los crían para comer desde tiempos inmemoriales.   Supongamos que usted acepta con beneplácito criar los roedores, pero no en el campo como es lo habitual y recomendable, sino dentro de su casa o lo más probable, en un reducido apartamento de la Misiòn Vivir Viviendo.  La primera parejita cabe en una jaula y hasta se ven bonitos, pero cuando esos bichos comiencen a reproducirse exponencialmente terminaràn por desalojarlo a usted y su familia del lugar. Por más que coman un conejo al día: conejo al horno, fricasé de conejo, conejo con papas o invente un nuevo guiso de conejo para rellenar la arepa (en honor al proponente podemos llamarla tostada Bernal), nunca será posible superar su ritmo de su natalidad... La parte práctica e higiénica del asunto es mucho más complicada de lo que parece. Los animales ameritan vacunación:  desinfección de su hábitat, desparatización y otros menesteres.  Además:  ¿Dónde serán beneficiados: en la sala o en el baño.  Despellejados frente a los niños. Dónde colocar a curtir las pieles: en el balcon o la azotea. Las pieles se botarán o instalaremos una mini-curtiembre. La dueña de casa finalmente tendrá el anhelado abrigo de pieles. Para aprovechar mejor el producto,  fabricaremos pavosos llaveros de pata de conejo? A la larga será un logro revolucionario; finalmente dejaremos de ser petroleros para convertirnos en el paìs más avanzado en la cría de lepóridos.

Espero y deseo que esta ocurrencia tenga la misma suerte que aquellas otras: siembras hidropónicas, gallineros verticales, agricultura urbana, que pasaron a engrosar la chercha popular. Abogo por su  fracaso por inviable y por favorecer a los pobres conejitos.  Prefiero que continúen siendo tratados como consentidas mascotas... El Sr. Bernal pasará a la historia no como el repartidor de las bolsas CLAP, pero sí como el que se atrevió a matar a Tío Conejo.


Caracas, septiembre 2017