En nuestra sociedad colonial (estratificada en castas: blancos, criollos, pardos, negros, etc) durante el S.XVIII los mantuanos era una elite de blancos criollos descendientes de españoles, propietarios de grandes haciendas y esclavos. Ocupaban los cargos en los cabildos y algunos de sus miembros poseían títulos nobiliarios. Don Francisco Herrera Luque (QEPD), bien que los describió en su novela: Los amos del valle.
La denominación deriva del privilegio de usar manto que tenían las señoras de este selecto grupo. Imagino una reminiscencia de las mantillas de usanza española. Las personas de esas castas acudían a determinadas iglesias y a determinadas horas, para evitar mezclarse entre si.
Cuéntase que las damas mantuanas, asistían a los piadosos servicios acompañadas de un séquito de familiares y esclavas. Estas últimas cargaban los reclinatorios. Uno de esos personaje, era la negrita pequeña que recogía el manto de la ama mientras estuviera reclinada escuchando la Santa Misa. Si a la mantuana se le escapaba una ventosidad, tal bochorno se cargaba a la negrita de compañía, es decir la paga peo.
De allí viene nuestro modismo, cuando se achaca la culpa de algo a quien no la tiene.
¡Vainas de mi ciudad !
Caracas, mayo 2007