Esta crónica va para aquellos integrantes de la "generación del hombre nuevo", los nacidos a partir de 1999 que no tuvieron la suerte de conocer a Caracas, en su época esplendorosa y que les ha tocado vivir en un lugar convertido en basurero con manicomio, que ni capital debería llamarse... Merece la pena recordar que el próximo 24 de julio, la ciudad capital cumplirá 452 años de fundada; no por ello me voy a remontar a "la ciudad de los techos rojos", pero sí a esa ciudad que con los años y gracias a la piqueta de la modernidad ha perdido sus referentes históricos y que actualmente debido a la desidia revolucionaria pasa por dar lástima y asco.
No hablaremos de pésimas vías y alumbrados, falta de transporte, Metro que otrora fue un orgullo nacional y hoy es una letrina, centros comerciales y edificaciones sin ascensores ni escaleras mecánicas, semáforos sin funcionar y colas y más colas para cualesquiera cosa que se logre hacer. Es lo que conocen los nuevos caraqueños que ni por referencias -o quizá alguno sì- se enteró que Caracas fue distinta, no un paraìso terrenal, pero algo que bastante se le parecía...
Allá por los años 50, la ciudad se llenó de arterias viales, modernas avenidas y edificaciones, obras que haciendo justicia debemos reconocer a la dictadura: superbloques de Casalta y 23 de Enero, Ciudad Universitaria. Caracas, tuvo avenidas y parques para el solaz y esparcimiento. Tranquilamente podía usted salir de noche a caminar para ver vitrinas, o tomar helados por unas bien iluminadas calles, La Gran avenida, o bajo cualquier farol extender su silla y ponerse a estudiar como hacìan los estudiantes, valga la redundancia. Con la recientemente inaugurada Autopista bajábamos de noche al litoral, para desgustar unas ricas pizzas o helados en Caraballeda. Nadie desaprovechó la subida a El Avila en teleférico, visitar Galipan, para luego con el mismo medio de transporte llegar hasta Macuto...Por los años 60-70 ya en plena democracia, podíamos rumbear hasta altas horas de la noche en cualesquiera de los muchos sitios que funcionaban en el este de la ciudad: Hipocampo, Discoteca Eva, Juan Sebastìan Bar, luego en grupo de amigos o caravanas de carros, recalar en alguna de las populares areperas que proliferaban en la capital. Tuvimos autocines donde de paso, servían deliciosas merengadas y hamburguesas mientras veías la última película en cartelera. Varias cadenas hoteleras y supermercados se instalaron, entre ellos Tamanaco, Hilton y CADA con su estupendas fuentes de soda.
Ya para la década de los 80 las cosas se fueron complicando en cuanto a seguridad, pero siempre quedó un márgen para el funcionamiento de la ciudad y cierta calidad de vida para sus habitantes.
Especial atención merece la vida cultura y desarrollo gastronómico de Caracas. Totalmente cosmopolita en cuanto a condumios se refiere. Lo que se te antojara comer en Caracas lo conseguías en variados precios. La ciudad se llenó de restaurantes de múltiples nacionalidades: italianos, españoles, chinos. Tascas, night-clubs y piano-bares donde se presentaban afamados artista mundiales. Los clubes y hermandades se engalanaban y traían las mejores orquestas internacionales para la celebración carnavalesca: Club Paraíso, Casablanca. Culturalmente la capital estuvo a la vanguardia de la región: la Concha Acústica con el Festival Latinoamericano de Música Sinfónica, Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, que luego le pusieron el nombre de su fundadora, Sofìa Imbert, Teatro Teresa Carreño. No podemos dejar en el olvido el Ateneo de Caracas, impulsor del Festival Mundial de Teatro al cual asistían los mejores grupos del mundo. Además de tetatro, el séptimo arte, tenía su representacion en múltiples festivales cinematográficos. El CELARG auspiciaba el Premio Internac. de Novela Rómulo Gallegos y el Museo de los Niños era de obligatoria visita para el deleite de los màs pequeños. Todo el esplendor que Caracas vivió fue obra del período democrático.
Mi ciudad desapareció, da lástima y verguenza verla hoy día. Nada sirve, nada funciona. Si acaso el centro, los alrededores de la Plaza Bolívar, han sido "recuperados" después de la indolencia que sus propios Alcaldes acólitos del sistema, han creado. Hasta vacía se está quedando la "sultana del Avila", aquel tropel de turistas que las líneas navieras traían ya no portan por acá y sus propios habitantes se han visto forzados a abandonarla por emigrar a otras latitudes.
Decíamos los caraqueños jactanciosos: "Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra." Hoy día somos monte y culebra...
Caracas, Junio 2019