En otro país, cuando no teníamos patria y estábamos entregados al imperialismo, existió una cadena de automercados muy moderna - de los iniciales con tal modalidad en el país- llamada CADA (Corporación Americana Distribuidora de Alimentos). Estos mercados comenzaron por allá por el año 1948 cuando en Maracaibo, la empresa IBEC abrió el primero. Después sucesivas alianzas comerciales: Grupo Casino, Rockefeller, Cativen, Polar y Grupo Cisneros (1983), ampliaron la red a todo el país. En 2011 el Grupo francés Carrefour conjuntamente con el estado como socio prioritario, convirtieron estos Automercados CADA, en la Red de Abastos Bicentenario. Demás está decir que por todas estas fusiones y transformaciones con el tiempo los CADA comenzaron a desmerecer, hasta convertirse en lo que tenemos hoy; depauperados sitios con interminables colas de resignados compradores. Estantes a medio llenar, pésima atención y trifulcas cuando toca la rebatiña al aparecer un producto (pollo, café, harina o papel tualé) que escaseaba por meses.
Para el venezolano acostumbrado a los pequeño abastos, la implantación de modernos automercados abrió un montón de posibilidades e innovaciones: estacionamiento propio, autoservicio, carritos para cargar los productos, locales con aire acondicionado, registró del cliente para optar ofertas, etc.
A los CADA de mi época provocaban asistir. Eran limpios, eficientes, muy bien surtidos con productos nacionales e importados. !Comìamos fino! También tenían licorería y farmacia con productos de belleza y de uso diario: champús, desodorantes, cremas, etc. Los que me refiero, tenían anexo algo estupendo: las fuentes de soda. Allí comieron los venezolanos las primeras hamburguesas: los enormes Club house y los dulces Chees cake.. Lo que más me gustaba, eran los desayunos con las riquísimas e inolvidables panquecas: ricas panquecas, deliciosas panquecas. Esponjosas, calientitas y roseadas con sirope; las añoro... Antes ir al mercado era una grata experiencia. Nada que ver con el viacrucis que significa hoy día ir a comprar comida: saltar de un sitio a otro, colas de hasta cuatro horas y miles de vicisitudes para acceder a un producto de baja calidad y dudosa procedencia a precio supuestamente regulado, cantidades limitadas y control de adquisidores -anotan su numero de cédula- para que nadie exceda el límite de lo permitido. ¿Le parece un racionamiento? Pues ciertamente lo es.
Para el venezolano acostumbrado a los pequeño abastos, la implantación de modernos automercados abrió un montón de posibilidades e innovaciones: estacionamiento propio, autoservicio, carritos para cargar los productos, locales con aire acondicionado, registró del cliente para optar ofertas, etc.
A los CADA de mi época provocaban asistir. Eran limpios, eficientes, muy bien surtidos con productos nacionales e importados. !Comìamos fino! También tenían licorería y farmacia con productos de belleza y de uso diario: champús, desodorantes, cremas, etc. Los que me refiero, tenían anexo algo estupendo: las fuentes de soda. Allí comieron los venezolanos las primeras hamburguesas: los enormes Club house y los dulces Chees cake.. Lo que más me gustaba, eran los desayunos con las riquísimas e inolvidables panquecas: ricas panquecas, deliciosas panquecas. Esponjosas, calientitas y roseadas con sirope; las añoro... Antes ir al mercado era una grata experiencia. Nada que ver con el viacrucis que significa hoy día ir a comprar comida: saltar de un sitio a otro, colas de hasta cuatro horas y miles de vicisitudes para acceder a un producto de baja calidad y dudosa procedencia a precio supuestamente regulado, cantidades limitadas y control de adquisidores -anotan su numero de cédula- para que nadie exceda el límite de lo permitido. ¿Le parece un racionamiento? Pues ciertamente lo es.
Caracas, abril 2015
Foto de la Web.
Foto de la Web.
1 comentario:
Para mí, además de los desayunos en las fuentes de soda de los CADA, en especial el de Las Mercedes, era ir temprano en la tarde, antes de intermediaria y hacer una "cenienda" -merienda cena, como dice en su libro "Divorcio en Buda", Sándor Márai- y comer langostinos con papas fritas acompañados de un refresco o una merengada.
La inseguridad y la escasez, hoy nos obliga a ir a funciones de 2:45 p.m.y comprar una tontería para el cine, pues las cotufas están por la nubes.
Abrazos,
Mymi Pagal
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