Esta crónica, supongo, va a traer muchos detractores especialmente entre los patrioteros. Aún así , va:
el "padre de la patria", o sea Simón Bolívar merece todos los honores y reconocimientos en nuestro país como fuera de ellos. Su valía es innegable y su trascendencia mayor, así que no me voy a poner aquí a señalar por qué es el Libertador y todas esas menudencias. Lo que si voy a hacer es protestar por el indebido uso que hacemos de su nombre. Eso no es nuevo, viene de vieja data, pero ahora con eso de que somos específicamente una República bolivariana, al nombre de Bolívar lo tienen coleteao; tal como decía el Dr. Luis Villalba Villalba, presidente de la Sociedad Bolivariana: aquí son bolivareros no bolivarianos.. .
En todos los pueblos del territorio hay una plaza Bolívar con el consabido busto o estatua del prócer. En el exterior también. En los sitios menos pensados aparece una estatua de El Libertador: Sevilla, París, Washington, Cádiz, Santiago, Lima y otras más. Junto al monumento, todo venezolano que se precie de serlo, cumple el rito obdeciendo al culto y se retrata. Empero de allí en adelante -convertido en comodín- desde nuestro signo monetario pa´bajo, el nombre aparece en: aeropuertos, comercios, salas de conciertos*, coros, carreteras, auditorios, bancos, edificios y urbanizaciones (las casitas en Cienfuegos, Cuba) promociones, paquetes de comida, orquestas, pancartas proselitistas, universidades, buques, franelas y aunque usted no me lo crea, en llaves –esas que son de colores- está grabado el nombre y la esfinge del Libertador, que tal? Pero la enumeración no puede quedar inconclusa, ahora habrá un Satélite Simón Bolívar, ese dizque vamos a lanzar al espacio con la ayuda de los chinos.
Me pregunto si es por pura mezquindad no permitirnos reconocer a otras u otros meritorios venezolanos y optamos por el único nombre que no tendrá cuestionamiento. Se preguntarán como yo: ¿Es que aquí no hay nadie más? ¡Hasta cuando! ¿Quién pone esos nombres tan desatinados? Para dar un ejemplo: el Teatro Teresa Carreño (¡hurra! por aquel inteligente que se le ocurrió la denominación) tiene dos auditorios. La sala grande lleva el nombre del músico Pedro Antonio Ríos Reyna ya fallecido, quien en vida fue fundador-director de la Orquesta Sinfónica Venezuela, pero ¿Por qué la sala más pequeña (la propia para conciertos; acogedora y con excelente acústica) lleva el nombre de José Félix Ribas, un prócer de la Independencia? ¿Qué instrumento tocaba Ribas, a parte de la espada? ¡Siquiera José A. Páez tocaba violín! Esto no lo termino de entender.
Acaso no tenemos compositores que merezcan una sala de conciertos con su nombre. Hay para escoger: Cayetano Carreño, Juan José Landaeta (creador de la melodía del Gloria al Bravo Pueblo), el Padre Sojo (tío abuelo de Bolívar), José Angel Lamas, Pedro Elías Gutiérrez (se supone que para nosotros el Alma Llanera es nuestro segundo himno) entre los más antiguos, o bien los contemporáneos ya fallecidos: el Maestro Vicente Emilio Sojo, Antonio Lauro, Juan Bautista Plaza, Antonio Estévez. ¡Que lindo sería un auditorio con el nombre de la compositora Ma. Luisa Escobar! tan poco reconocida.
Me pregunto si es por pura mezquindad no permitirnos reconocer a otras u otros meritorios venezolanos y optamos por el único nombre que no tendrá cuestionamiento. Se preguntarán como yo: ¿Es que aquí no hay nadie más? ¡Hasta cuando! ¿Quién pone esos nombres tan desatinados? Para dar un ejemplo: el Teatro Teresa Carreño (¡hurra! por aquel inteligente que se le ocurrió la denominación) tiene dos auditorios. La sala grande lleva el nombre del músico Pedro Antonio Ríos Reyna ya fallecido, quien en vida fue fundador-director de la Orquesta Sinfónica Venezuela, pero ¿Por qué la sala más pequeña (la propia para conciertos; acogedora y con excelente acústica) lleva el nombre de José Félix Ribas, un prócer de la Independencia? ¿Qué instrumento tocaba Ribas, a parte de la espada? ¡Siquiera José A. Páez tocaba violín! Esto no lo termino de entender.
Acaso no tenemos compositores que merezcan una sala de conciertos con su nombre. Hay para escoger: Cayetano Carreño, Juan José Landaeta (creador de la melodía del Gloria al Bravo Pueblo), el Padre Sojo (tío abuelo de Bolívar), José Angel Lamas, Pedro Elías Gutiérrez (se supone que para nosotros el Alma Llanera es nuestro segundo himno) entre los más antiguos, o bien los contemporáneos ya fallecidos: el Maestro Vicente Emilio Sojo, Antonio Lauro, Juan Bautista Plaza, Antonio Estévez. ¡Que lindo sería un auditorio con el nombre de la compositora Ma. Luisa Escobar! tan poco reconocida.
Para ser justa – la excepción confirma la regla- en Caracas hay dos teatros con nombres de artistas: El Teatro Alfredo Sadel (antes Teatro Municipal) y el Teatro Simón Díaz (antes teatro Nacional), si es que no se los han cambiado en esta V REP. ya que ambos personajes no son precisamente rojos, rojitos...
Considero que además esto conlleva al desconocimiento total por parte de las nuevas generaciones, de los venezolanos destacados bien sea en el campo del arte o la ciencia. Si no valoramos nuestros valores (valga la redundancia), quién. Si señores, me parece que la sacralización para con el Libertador, (queremos ser más papistas que el Papa), lo que hace en definitiva es ser contraproducente.
*La preciosa sala de conciertos de la FESNOJIV dotada de un portentoso órgano, inaugurada este mes de octubre, lleva el nombre de Simón Bolívar (para variar) ¿Qué "pito toca" el Libertador con la música? A esa sala correspondeíar llevar el nombre de el maestro J.A. Abre, creador de "el sistema".
Caracas, octubre 2008
Ilustración: Una de las pocas (si no la única) estatua del Libertador realizada por una mujer: Sally James Farnham, (N.Y. Central Park, 1921)
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