En estos días, cuando Maria Lionza en su portentosa estatua está dando tanto que hablar, conversaba con una amiga y nos pusimos a rememorar las estatuas o monumentos de la capital que han desaparecido de su natural enclave y nadie sabe a donde fueron a parar. Tal como le escuché decir la Dr. Tejera París: "Este es el único país del mundo donde las estatuas caminan y las fuentes se secan "(sic) Hoy el litigio es por la estatua del escultor Colina, vapuleada entre el Minfra, la UCV, Fundapatrimonio y sus adoradores supuestamente para su conservación. Si mal no recuerdo la estatua en cuestión es propiedad de la magna casa de estudios desde unos lejanísimos Juegos Panamericanos en los años cincuenta, cuando estuvo entronizada dentro de los recintos universitarios. Luego fue mudada a su actual lugar, en todo el medio de la Autopista del Este. Hoy su destino es bien incierto. Las torrenciales lluvias de estos meses, han terminado por desbaratar la obra cuyo torso se ha desmembrado. La que ha sido colocada en reemplazo es un vaciado en yeso de la original. Esperemos que las lluvias no la derritan.
Mi amiga me refería que parece ser que los venezolanos tenemos una estatuafobia. Una especie de venganza hacia los próceres. Estos monumentos inaugurados con tanta pompa y en los cuales se invierte una buena cantidad de dinero, terminan mínimo descabezados, mutilados, cambiados o bajados de su lugar, sin aviso y ni protesto. Recordaremos algunos casos, sin referirnos a las estatuas ecuestres defenestradas en siglos pasados, Guzmán Blanco inclusive.
La llamada India de El Paraíso es una bella dama que se ha mudado muchas veces. En principio se inauguró como Monumento a Carabobo y estuvo en la avenida 19 de Diciembre (al Oeste de Caracas) Luego la escultura fue mudada dos veces de lugar: primero estuvo en el Paraíso (1949) y ahora esta en la redoma de La Vega (intersección de las urbanizaciones La Paz y el Paraíso)
Las esculturas de Maragall que constituían un conjunto de fuente, espejo de agua y esculturas de la Plaza Venezuela fueron retiradas y puestas en Los Caobos para dar paso a la Gran Avenida y su fuente luminosa. Proyecto del arquitecto Michelena (en época de Pérez Jiménez). Por los momentos y después de años de sequía, la fuente será puesta en funcionamiento según anuncian unas pancartas oficiales. Será.?
Las obras de Francisco Narváez no han tenido mejor suerte. Las Toninas en la Plaza O´leary de El Silencio (inaugurada con el nombre de Plaza Rafael Urdaneta en 1945) pasaron por varias vicisitudes. Somos unos Penélopes del urbanismo: primero con la construcción del Centro Simón Bolívar en 1987, dividieron la plaza en dos para dar paso al flujo de vehículos que salían del túnel. Luego el conjunto volvió a sufrir los embates de las obras del Metro. En el 2000 gracias a la Fundación F. Narváez se restituyó el diseño original.Las bellas esculturas que adornaban el Parque Carabobo(1936) sufrieron un horrible deterioro conjuntamente con el sitio, que llegó a convertirse en guarida de malvivientes. A través de un trabajo de años se reparó la obra (1997) No sé cómo se encontrará todo el conjunto ni el parque, ya que es altamente peligroso aventurarse por esos parajes. Y ya que estamos en centro de la ciudad: ¿qué hicieron con la estatua del Padre Sojo, ubicada en la pequeña placita de su mismo nombre, entre la Iglesia de Santa Teresa y el teatro Municipal?... ¿Y dónde andará el busto de Vargas que estaba en el paseo del mismo nombre y desapareció de su pedestal en el 2003? ¡Seguro se lo llevó un Carujo!
Las Tres Gracias de la Plaza de Las Bellas Artes en Los Chaguaramos no son las originales sino una réplica encogida de ellas. El arquitecto catalán Joseph Mimó diseño toda la plaza con su espejo de agua, por allá por 1946 y colocó una réplica de las estatuas de Cánova traídas de Italia expresamente. ¿A dónde fueron a parar las de tamaño original?
En un lugar de Caracas de cuyo nombre no quiero acordarme... existió una vez una Plaza de España... Si, donde quedaba la Plaza López (esquina de Animas) En 1921 inauguraron la Plaza España con un monumento a Colón. Luego todo lo volaron para dar paso al progreso Perezjimenista o sea la avenida Urdaneta y dejaron un triángulo de grama, con un pequeño busto de Don Miguel de Cervantes. ¿Lo descabezaron? ¿ Ahora dónde está?
La descomunal cabeza de Bolívar –donde el prócer aparece casi de perfil- obra del escultor peruano Victorio Macho; primero estuvo en la Plaza de Los museos en Los Caobos y terminó parando en la Plaza Caracas, entre las torres del Centro Simón Bolívar rodeada de tarantines de buhoneros. Por supuesto, en Los Caobos dejaron el pedestal como recuerdo y ha servido de soporte a los graffitis revolucionarios. Una réplica de este busto fue donado al Perú cuando el mandato del Presidente Caldera.
La estatua de la Reina Isabel la católica que estuvo entronizada en la Plaza de la Castellana, la relegaron hacia atrás escondida entre la maleza. ¿Será por vergüenza de su contrahecho aspecto? La estatuafobia es tan contagiosa que a Cristóbal Colón lo bajaron malamente de su pedestal aledaño a la plaza Venezuela, en una de esas celebraciones de la autoctonía revolucionaria con reniego retroactivo, tratando de negar la gesta del glorioso Almirante. Esa escultura fue una donación de la República Italiana a Venezuela. La otra obra del mismo personaje que perdura en lo alto del parque El Calvario, no la han destruido –por ahora- porque es un verdadero calvario subir tantas escalinatas.
Donde comienza la avenida principal de Las Mercedes (frente al edifico del CVA) estaba una estatuilla de San Francisco de Asís; por supuesto sin ninguna referencia al autor o autora de la misma. Mucho menos con su respectivo nombre ya que las letras se las volaron los cacos. Sabemos que era San Francisco por su esmirriada y depauperada facha y el pajarito que lo acompañaba. Los cacos completaron el trabajo.
Al final de esta misma vía (frente al centro comercial en la intersección de los semáforos) un pequeño grupo escultórico existió hasta 1998 Representaba una familia. Dadas sus características volumétricas y coloración –figuras regordetas, cilíndricas y pequeñas- todos la llamabamos el mojonal. Ya no está, ahora colocaron palmeras.
Ni hablar del vandalismo perpetrado contra las obras de Otero, Cruz-Diez, Soto y el mural de Zapata. Eso es digno de otra crónica...
Me atrevo a aventurar que el ego de los caraqueños no soporta ofrenda estatuaria que no sea la propia. Como estamos lejos de merecerlo, pues na´.¡No me pongo yo, tampoco te ponen a ti! Dicen los adoradores de la diosa telúrica –con la cual comenzó esta crónica- que si es removida de su sitio (si a ver vamos rompió record de permanencia) se desencadenará sobre el país una hecatombe. Algo así como las siete plagas. Me perdonan y sin ánimo de ofender, las siete plagas ya las venimos sufriendo desde que vivimos en el supuesto "mar de la felicidad" ¿Que más nos puede suceder?
Caracas, 2004
Ilustración tomada de la web.