10 junio, 2020

¡ A la hoguera..!


Hace muchos años, una destacada agencia publicitaria venezolana ARS, tenía un slogan que rezaba: "Permítanos pensar por usted" y me recordé de ello porque parece ser esta la idea de los nuevos sensores que proliferan en el cine, las redes sociales y pare usted de contar...
Según las noticias que se leen por doquier, la pacatería se abre paso indiscriminadamente y nada ni nadie se salva de la censura: obras literarias  como "Lolita" de Nobokov (abuso infantil), pinturas la "Olympia" de Manet (exhaltación de una prostituta que se muestra provocativamente), películas  como "Lo que el viento se llevó" de Fleming (racismo) con todo y que la protagonista negra (¿o debo decir afrodescendiente?) ganó un Oscar, óperas "La donna é mobile" de Verdi (una contundente declaración sexista) y cuentos infantiles como "Caperucita roja" de Perrault (un lobo lascivo que acosa a niñas en el bosque), hasta series de TV tal "Lassie" o "Rintintin" de la CBS (maltrato animal). Ni la historia se salva y hasta las estatuas de uno u otro Colón o Lincol, han sido defesnestradas. Todo tiene "su caída" bien por racismo, por salvaguardar a los animales, por ser inmoral, o por sexista...y así, así llegamos al punto en el cuál todo es ofensivo. 

Esta actitud ya supera a Torquemada, Cisneros, la Inquisición, el Index y cualesquiera censura. Ademàs para que no se te ocurra  discerni segun tu propio criterio y zanjar el asunto pretenden colocar un texto explicativo sobre la "intención" de lo publicado. Como quien dice: te facilito la vaina para que no vayas a interpretar desviadamente el asunto...Imagino que luego, se publicará una lista de personas execradas, apestados sociales de mentes cochambrosas como yo, que leemos El Cantar de los cantares o Sade, nos gustan las películas de Bertolucci y Tarantino, nos deleitan los dibujos de Breadsley o Shungas japoneses y narramos a nuestros nietecitos cuentos de los hermanos Grimm, para nombrar algunos.

¡A la hoguera, a la hoguera! 🔥🔥🔥

13 marzo, 2020

Se exportan culebrones.



Parece mentira, pero si a uno lo acicatea la curiosidad, hasta con un culebrón de esos que vemos por TV, podemos sacar algún provecho. Yo por ejemplo, recurro a Wikipedia, para ampliar algo cuando de series seudo-históricas se trata. Así he aprendido algo de Corea del sur, o mejor de la etnia coreana que en un tiempo fue una de las más homogeneas de Asia, tanto a nivel cultural como linguístico. Fueron imperio llamado Joseon, fundado 2.300 años a.c. Invadidos por mongoles y chinos. Ocupados por Japón a principios del S.XX.  Luego de una cruenta guerra civil y a raíz de la segunda guerra mundial, el país quedó dividido en dos tal y como lo conocemos hoy día.

A los capitalistas surcoreanos no les bastó con inundar  de tecnología al hemisferio occidental: telecomunicaciones, vehículos, electrodomésticos, sino que ahora  nos bombardean con películas y series a granel, una industria que sin duda da buenos réditos, para promover el país. Aparte de promocionar su sociedad y cultura, aprovechan para mostrarnos sus pujantes ciudades, monumentos, sitios históricos, supermercados abarrotados de sus productos y modernos centros comerciales. De paso, se envía mensaje al vecino... Los surcoreanos que acaban de ganar el Oscar y La Palma de Oro (Parásitos. Bong Hoo-on, 2019), despliegan igual técnica y producción en sus series policiales, humorísticas, sin obviar las románticas con el melodrama garantizado. En definitivas, en cualesquiera partes encontrarás un coreano: cine, pintura, dirección orquestal, pianista, balletista o cantante de ópera...y además destacados.


 Como demostración de patrones culturales diferentes, podemos señalar que al momento de sufrir y llorar no hay diferencias de género (a veces él carga con todos los padecimientos), la  mujer generalmente recatada, pasiva; el hombre comprensivo y sensible.  La voluntad destinista, las ceremonias y la prescencia parental, están presentes en los guiones de forma recurrente. La interrelación amorosa de la pareja, va acompañada de hermosos diálogos que nada tienen que envidiar a los de Julieta y su Romeo. El sexo se sugiere. Como en las películas de Woody Allen nunca falta una invitación a cenar, o series ambientadas en temas de cocina, así dan a conocer sus variadas comidas y bebidas. Algo quizá fuera de lo común, especialmente en los argumentos históricos, es que puede no haber un final feliz y los amantes no permanezcan juntos. Ellas van ataviadas con el tradicional hanbok; los finos de vistosas sedas, los corrientes de algodón. En estos programas, todo, pero todo, puede suceder y hay para complacer un sin fin de gustos. 

Salvando nuestras enormes diferencias culturales y estéticas -y quizá por eso- sus series románticas atraen a un numeroso público femenino. Los galanes son espectaculares: atractivos, esbeltos, jóvenes y sexis, trajeados elegantemente, cual modelos. La mezcla étnica también a favorecido el aspecto de actores y actrices, empero a  mi parecer, en cuanto al físico las actrices están en desventaja ante ellos. Así como otrora nosotros exportábamos  misses, hoy los coreanos exportan galanes. En  su mayoría, esta gente de la farándula se ha  sometido a cirugía plástica (4to. país en el mundo en este tipo de intervenciones), para modificar el doble párpado característico de los orientales. Algo que me sorprende y no termino de aceptar, los labios masculinos coloreados... Las fans latinoamericanas enloquecen y sueñan con un tierno galán surcoreano, seguramente porque al menos en tales series (la sociedad coreana es totalmente patriarcal, con todo lo que ello conlleva), representan la antítesis  del estereotipo de nuestros machos machotes.

Para finalizar, todo es ilusión, porque la realidad coreana está más cerca de Parásitos que de cualesquiera otras de esas series que nos enganchan...


Caracas, marzo 2020