09 octubre, 2015

El amolador






"Creo en el amolador que  vive de fabricar estrellas con su rueda maravillosa". A. Nazoa.


Entre las tradiciones de nuestra Venezuela encontramos un oficio artesanal de vieja data, el hombre que se encarga de devolver filo y brillo a cuchillos, navajas, tijeras y todo los que sirva para cortar: el amolador. Este oficio artesanal, aprendido de maestro a pupilo, es de viej data. Seguramente existe entre nosotros desde el tiempo de la colonia y por supuesto traído de España. Allá les llaman afiladores.

Antaño era muy corriente escuchar el melodioso aviso del amolador, que precedía su presencia. Sirviéndose de una ocarina, pregonaba su oficio con una escala musical, andando a pie con su carga de herramientas y la piedra de amolar a cuesta. Para ese entonces era un oficio bastante lucrativo. ¿Quién no tenía necesidad de afilar implementos metálicos para cortar? Con la modernidad y la llegada de los cubiertos de acero inoxidable, imagino que el oficio decayó, porque ahora es una novedad escuchar el pregón del amolador. Muy de vez en cuando, por mi urbanización se acerca alguno...Siempre me digo que debería bajar del apartamento para hacer afilar algún pieza, pero hasta los momentos no lo hago. Los pocos amoladores que quedan ahora no andan a pie, se sirven de una bicicleta  y hasta vi uno en una moto. 

Dice la conseja, que la música del amolador trae suerte.  Cuando la escuches te pones una mano en la cabeza y pides un deseo, o sales corriendo a sacar unos billetes de la cartera y lo aprisionas en el puño que el dinero se multiplicará.. En fin, este personaje tradicional va desapareciendo de nuestras ciudades, como tantas otras cosas que la modernidad sustituye. Ahora tenemos implementos eléctricos que cumplen la misma tarea, pero sin el agradable sonido de la ocarina, ni las mágicas chispas que la fricción del cuchillo contra la piedra hacen saltar. 


Caracas, septiembre 2015
Ilustración de la web. 

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