23 abril, 2011

Las esquinas innombrables.


Creo que la peculiaridad de dar nombre a las esquinas de las calles, sea sólo una costumbres venezolana; en los viajes que he realizado por algunas capitales latinoamericanas, las direccione son distintas. O te dan el nombre de la calle completa, o la avenida. Nosotros no, decimos de esquina tal a esquina tal…


Parece ser que el hábito de nombrar las esquinas proviene de la época Colonial. El escritor R. Valery en su libro: La nomenclatura de Caracas (1978), refiere que en el primer plano capitalino, ordenado por el gobernador Juan de Pimentel (1578) denominado “Cuadrilátero histórico de Caracas”, ya las esquinas tenían nombre acordes con las peculiaridades que en ellas acaecía. Es decir que nuestras esquinas son el reflejo de la vida de la capital, en esquinas, plazas, calles… Así conservamos nombres tales como: Romualda (por una señora que tenía un negocio de comida en esa esquina), el Conde (por que en esa esquina vivía el Conde de San Javier), las Monjas, (por la existencia del Convento de Santa Clara a fines del siglo XVII) el Chorro (por un sitio donde se expendía el popular “guarapo de papelón” mediante un chorro) y así continuó…. El periodista Rubén Monasterio llegó a decir en un artículo, que “nuestras direcciones son diabólicas”.

Con la modernidad y el trazado de nuevas avenidas, se dio otra nomenclatura a la ciudad, pero creo que la cuestión –si bien puede ser de gran ayuda topográficamente- terminó creando más confusión.. Para el vulgo no sirve de mucho. Además –en nuestra capital- cuando pedimos o damos una dirección, siempre detallamos para complementar: “Ese negocio te queda de Romualda a Manduca, frente al edifico tal, ese que tiene el aviso de las camisas “tales”… O también: “busca la esquina Paguita, casa no 7-2 pintada de azul, con rejas negras, al lado de la farmacia”.. Total que llegamos al sitio indicado más por las referencias y con la intervención de la buena suerte, pero ten por seguro que llegas…¡Aquí no funciona el GPS !...De nada te servirá dar unas señas escuetas y exactas, porque siempre se te solicitará la descripción del lugar. Yo soy una de esas caraqueñas que además de la dirección pide las señas o las doy. Al referirme al edificio donde vivo, siempre aclaro: si vienes subiendo a mano izquierda, el edificio blanco, con las capotinas amarillas... No se rían, esto de las descripciones es indispensable, máxime si como también sucede en nuestra capital, las casas o quintas llevan nombres. Verbigracia en una cuadra –de cualquier urbanización- factiblemente hay mínimo dos quintas “Sonia”, o varias “San Judas Tadeo”…¡Es que no pelan!



¡Vainas de mi ciudad..!


Caracas, abril 2011


Ilustración sacada de la Web.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que nuestra forma de dar las direcciones viene, en buena parte, de que las calles no están bien señalizadas, aunque aún se conservan muchas de las placas que colocó el Centro Simón Bolívar en las esquinas, me parece que a principios de los 80s. Pero en relación a tu crónica, con una sola frase has expresado muy bien lo que representa para nosotros encontrar una dirección: "¡Aquí no funciona el GPS!..."

La Gertrudis