Todavía quedan algunas cosas gratas en mi ciudad. Al menos para mí es muy reconciliador ver las bandadas de periquitos que cruzan nuestro contaminado espacio. Vivo en la urbanización Colinas de Bello Monte. La verdad es que no sé si aún está tan bello, pero monte si que hay. Es decir todavía tenemos bastante vegetación circundante, lo que es un alivio entre tanto cemento. Allí anidan, Pericos, las escandalosas Guacharacas y las delicadas Reinitas.
Es muy lindo ver y escuchar a los alborotadores periquitos mudarse de un árbol a otro; escuchar las Guacharacas cuando hacen eco de los cornetazos de los autos y las sirenas de las ambulancias o de la policía. De pronto un Cristofué solitario, lanza su recordatorio vespertino. En especial me complace la visita que de mañanita hacen las Reinitas a mi cocina. Diariamente les pongo alpiste y las muy resabiadas nunca faltan al desayuno. ¡Hay el día que olvide ponerles, o que se acabe la ración! arman tremendo escándalo en reclamo. Las más osadas (esta especie es muy amigables y confiada) entran hasta la sala, revolotean y vuelven a salir por el ventanal.
El los meses de intenso calor (aquí no podemos hablar de estaciones ya que sólo tenemos dos: clima seco y mojado) que va de abril a junio, las Cigarras (también llamadas Chicharras o Cocoas) comienzan su concierto de zumbidos abdominales todas las tardes, lo que acrecienta la canícula. En los meses lluviosos se escucha uno que otro croar de unas ranitas verdes pequeñitas, que hasta han tenido la osadía de llegar a los a los apartamentos de los pisos superiores. ¿Cómo han trepado hasta allí ? Para terminar el concierto, nos haría falta un gallo madrugador, pero creo que eso ya es mucho pedir.
En esta ciudad toda cemento, con tan pocos parques o plazas con verdes sombras, es un privilegio tener todavía sectores de la ciudad rodeados de vegetación. Por eso reclamo a los podadores de árboles, (por aquí andan una cuadrilla dependiente de la Alcaldía de Baruta, que de paso se hace llamar: Municipio Ecológico ¿?) que supuestamente colaboran al ornato de la ciudad o “ique” a la prevención de accidentes, talando –de mala manera- árboles supuestamente enfermos; reclamo a los muchachos que les da por colgarse de alguna ramita incipiente o caerle a las hojas sin razón alguna y con aquellas personas que consideran las macetas como depósito de desperdicios y lo que es aún más desagradable como cenicero para sus colillas de cigarros.
¡Vainas de mi ciudad!
Caracas, febrero 2009
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