“Escribir y leer son esencialmente prácticas socialistas.”
(en : Declaración de principios. CENAL, Caracas.)
¡Jolines, ahora me entero!.. Empero resulta que los países asquerosamente capitalistas, son los que invierten más en educación e investigación y donde la gente más publica, hay más casas editoriales y más se lee de todo. Las contradicciones de el proceso a través de estos largos años son públicas y notorias y esto del libro y la lectura no escapa a ello…
Resulta que la mentada revolución bolivariana ha instituido misiones de alfabetización y educativas: Misión Robinson, Misión Ribas y supuestamente ha creado varias instituciones universitarias, para dar al lumpen proletariat la oportunidad de educarse e integrarse a la sociedad como seres productivos que puedan cumplir con los "altos designios" del socialismo del siglo XXI. También existe -de vieja data- el Centro Nacional del Libro (CENAL) que tiene entre sus objetivos: “descentralizar y masificar el acceso a los libros y a la lectura” (sic). Hasta aquí todo suena muy bonito, pero la cuestión no termina allí y comienzan las contradicciones. Según decreto sobre Bienes esenciales, el 3 de marzo apareció en la Gaceta Oficial 38.882 una resolución que elimina al libro de la lista de los bienes esenciales que pueden optar por una solicitud de dolares ante CADIVI. Esta política editorial del estado hace casi imposible el acceso a las novedades que se publican en cualquier parte del mundo. En otras palabras, importar libros está restringido en este país mesmo donde es prioritario para la revolución dotar a los jóvenes de fusiles rusos en vez de libros.
Tengo entendido, que el estado revolucionario ha convertido a la editorial Monte Avila en una gran productora de libros, pero ¿de cuál calidad? ¿Acaso los intelectuales no adeptos al régimen serán publicados? Olvídate, ¡si estás en las listas negras no publicas!... Y adivina ¿qué tipo de publicaciones masificará el CENAL? Infiero, que todo aquello que adoctrine a los educando en la defensa de la revolución bonita. El venezolano que aprendió a leer con ACUDE –lo de la alfabetización tampoco es invento revolucionario- y que estaba acostumbrado a comprarse aunque fuera un librito al mes, ahora tendrá que conformarse con releer en su biblioteca aquellos ejemplares empolvados ya que buscar en las librerías obras actualizadas cada día se hace más cuesta arriba, o tendrá que calarse leer sólo lo que a la revolución conviene. Nuestro logro será tener el analfabetismo funcional revolucionario más alto de Latinoamérica, que ya es mucho decir.
Cuanta diferencia con la festividad de Sant Jordi (el santo patrón de cataluña), cuando los catalanes celebran -conjuntamente con el Día del libro y el idioma- intercambiando un libro y una rosa. Esto debe parecer decadente y crematístico a nuestro ministro de la cultura. La tarea de editor de alguna manera debe formar parte del proyecto ideológico del gobierno; hay que convertirse en propagandista del proceso. Todo está concertado. No hay cabos sueltos: al acosamiento a los medios informativos, las trabas a las artes escénicas y muchos otros problemas que aquejan a la cultura, se le une ahora el libro. ¡Tontos no son!, el cine y la música –en especial el sistema de orquestas juveniles- se han visto favorecidos como medio propagandístico del régimen, así de simple.
El objetivo está más que claro; restringir y controlar el derecho a la información y la libre circulación de las ideas. Deduzco que el Ministerio del poder popular para la Cultura sacará su Index librorum. En contrapartida propongo una Red subversiva de lectura. Los que viajen, que traigan en sus equipaje los libros que aquí no se encuentran. Luego serán cedidos a los interesados en alquiler, para costear la inversión. ¡Me anoto en esa lista de espera!
N.B: a casi un año de escribir esta crónica, el Ministerio del poder popular para la Cultura, lanza su Plan Revolucionario de Lectura, o sea: Plan de Lecturas Revolucionarias, que no es lo mismo ni se escribe igual...
Caracas, agosto 2008
Caracas, agosto 2008
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