En Caracas a partir de las 3 pm. llueve. Ya parece ser una cuestión reglamentaria. Aún así, ayer salí con el cielo encapotado para hace diligencias, pertrechada de suéter y paraguas. En esas andaba cuando se desató la tromba. Me quedé unos momentos escampando, junto a otras personas, en el comercio donde estaba. A la larga, me fastidié puesto que el diluvio iba para largo y me dije, ¡Total no vivo tan lejos! Me quite los zapatos que guardé en la bolsa del mercado (no voy a dañar unos zapatos buenos), abrí el paraguas y me aventuré bajo el chaparrón y los ríos de agua que corrían por las calles. El noble paraguas no podía con tanta agua. Lo cerré y me vine mojando y chapoteando.
Sí, fue una total reversión a lejanísima infancia, cuando al salir del colegio lloviendo, nos veníamos en grupo sólo por chapotear bajo la lluvia.¡Que divina sensación! ¡Que maravilloso recuerdo!... Llegué emparamaita. Me di un buen baño, y tomé un té caliente. Me di un buen gusto. Lo único que me faltó: cantar y bailar, como en la película. ☔️ 🌨 🤓
Caracas, 2018