22 octubre, 2015

Visita a Hemingway




De visita en La Florida para atender festejos familiares, tuvimos la maravillosa oportunidad de reencontrarnos con la familia y recorrer  preciosos sitios, lujosos hoteles y ricas playas. Se presenta la oportunidad de atender la invitación de un antíguo amigo de mis hijos que vive en Los Cayos, especificamente en cayo Marathon. Entusiasmados rodamos 4 horas desde Orlando para visitarlo. El cómodo recorrido en carro, por estupendas autopistas e imponentes puentes sobre el mar que unen los cayos,  nos permitió llegar al lugar indicado. Muchas cadenas internacionales de hoteles y Resort, se ven de lado y lado de la vìa. Condominios con jardines muy bien  cuidados, casas con marinas y yates lujosísimos. El paisaje vegetal es abundante y variado, con plantas tropicales por doquier. Estando allí, luego de la visita amistosa y una tarde de paseo en yate de pesca, con parrillada incluída, decidimos dirigirnos al día siguiente al lugar más al sur de los EE.UU: Key West. Nuestro objetivo, visitar la casa del escritor Ernest Hemingway.

Key west es un pueblo lindo y cuidado. Como todos los de la zona con marinas: atracaderos, yates, lanchas, pescadores y muchos lujosos hoteles. Es habitual el alquiler de habitaciones en las casas privadas. Duval, la calle principal, es larguísima llena de locales comerciales: pintorescos restaurantes, bares, cafeterías y muchos turistas de todas partes del mundo, traídos por enormes  cruceros. Destaca la caracteristica arquitectura sureña que ha sido bien conservada.

El terreno de la Casa Museo Hemingway ocupa casi media manzana, rodeado por una pared de ladrillos rojos mandada a construir por él  cuando adquirió la casa en 1931. Un impresionante bosque tropical rodea la casa de dos plantas que data de 1851. Fue la primera propiedad del escritor, donde habitó con su tercera esposa Pauline Pffifer hasta 1940. Cuando se divorciaron él se mudó a Cuba por 20 años; allí escribió "El viejo y el  mar" (1951).  Ella  conservó el lugar hasta su muerte ese mismo año. La casa -muy bien mantenida- tiene los  clásicos pasillos exteriores techados en ambas plantas. En la de abajo están  los salones, comedor y cocina. En la superior, habitaciones y baños. Allí reposan todos los utensilios diarios: vajillas, cuadros, mobiliarios y recuerdos familiares. Las muchas máquinas de escribir de Hemingway y profusión de fotos de familia, amigos y cacería a la cual era aficionado el escritor; además  afiches enmarcados de sus obras llevadas al cine. Cantidad de mapas, recortes de prensa y fotos de cuando Hemingway fue corresponsal de guerra (primera guerra mundial, servicio en la Cruz Roja con el ejercito italiano y guerra civil española). De estas experiencias vienen: "Adios a las armas" (1929) y "Por quièn doblan las campanas" (1940). En  la planta superior está el dormitorio principal y otras habitaciones más pequeñas, con vitrinas llenas de manuscritos, ediciones de sus obras, diplomas, reconocimientos y más máquinas de escribir de la época.  En el estrecho pasillo al lado de la escalera, una vitrina con los libros personales que Hemingway leía.
Detrás de la casa principal atravesando el jardín, hay una casita más pequeña también de dos plantas: en la de arriba en un solo espacio, el estudio del novelista donde se aislaba para crear sus magníficas obras... La planta baja del estudio, fue convertida en tienda de souvenirs, lavabos, etc.  A un lado de la casa está la gran piscina. Como algo muy particular un cementerio de gatos, con nombres y fechas de los que allí descansan. Los Hemingway vivìan rodeados de gatos, con la especial caracterìstica que éstos tienen 6 dedos en las patas delanteras (Polidáctilos). Los primeros gatos llegaron  en los barcos pesqueros provenientes de Bostón en los años 20. Al lado de la piscina, en el majestuoso bosque lleno de caminerìas, Hemingway construyó una fuente para que sus gatos siempre tuvieran agua fresca; adoraba a estos animales: "El gato bajo la lluvia" se titula uno de sus cuentos. Todavìa hay muchos de ellos, descendientes de los originales, que deambulan por donde quiera. En  1946 Heminghway se casó con Mary Welsh. En 1960 se mudaron de Cuba a USA (Idaho). Un año después, el cazador terminó todo de un  escopetazo.

Para terminar el día, recorrimos el poblado bajo un calor abrasador, llegamos hasta el final de la vía, es decir la punta del cayo desde donde se divisa la isla de Cuba que sólo queda a 90 millas, según señala  un monumento.  Bello viaje atesorado por la compañìa familiar y la interesante visita.


Orlando,  octubre 2015
Fotos de la Web.


09 octubre, 2015

El amolador






"Creo en el amolador que  vive de fabricar estrellas con su rueda maravillosa". A. Nazoa.


Entre las tradiciones de nuestra Venezuela encontramos un oficio artesanal de vieja data, el hombre que se encarga de devolver filo y brillo a cuchillos, navajas, tijeras y todo los que sirva para cortar: el amolador. Este oficio artesanal, aprendido de maestro a pupilo, es de viej data. Seguramente existe entre nosotros desde el tiempo de la colonia y por supuesto traído de España. Allá les llaman afiladores.

Antaño era muy corriente escuchar el melodioso aviso del amolador, que precedía su presencia. Sirviéndose de una ocarina, pregonaba su oficio con una escala musical, andando a pie con su carga de herramientas y la piedra de amolar a cuesta. Para ese entonces era un oficio bastante lucrativo. ¿Quién no tenía necesidad de afilar implementos metálicos para cortar? Con la modernidad y la llegada de los cubiertos de acero inoxidable, imagino que el oficio decayó, porque ahora es una novedad escuchar el pregón del amolador. Muy de vez en cuando, por mi urbanización se acerca alguno...Siempre me digo que debería bajar del apartamento para hacer afilar algún pieza, pero hasta los momentos no lo hago. Los pocos amoladores que quedan ahora no andan a pie, se sirven de una bicicleta  y hasta vi uno en una moto. 

Dice la conseja, que la música del amolador trae suerte.  Cuando la escuches te pones una mano en la cabeza y pides un deseo, o sales corriendo a sacar unos billetes de la cartera y lo aprisionas en el puño que el dinero se multiplicará.. En fin, este personaje tradicional va desapareciendo de nuestras ciudades, como tantas otras cosas que la modernidad sustituye. Ahora tenemos implementos eléctricos que cumplen la misma tarea, pero sin el agradable sonido de la ocarina, ni las mágicas chispas que la fricción del cuchillo contra la piedra hacen saltar. 


Caracas, septiembre 2015
Ilustración de la web.