02 septiembre, 2011

Yo soy la humilde esclava




A Adriana llegué a través de la música. Desde que vi la ópera que lleva su nombre, quedé atrapada por éste personaje que creía ficticio... Empero cuando investigué el argumento de la obra de Francesco Cilea, Adriana Lecouvreur (Milán 1902), descubrí que ella existió en carne y hueso y que su accidentada vida y trágica muerte tuvo mucha resonancia.


Adrienne Lecouvreur, nació en un 5 de abril de 1692. Fue una afamada actriz francesa que hizo su debut en la ciudad de Lille, trabajó en diversos teatros de pueblo durante diez años, hasta llegar muy jovencita a la Comedia Francesa en 1717. Tuvo gran figuración y fue inmensamente popular, dada su soltura en escena. Adriana era autodidacta. Su desenvolvimiento en escena era natural y nada amanerado, en contraste con otras actrices de la época. Además de esta característica, parece ser que su cultura y ambición le dio ciertas ventajas sociales. Frecuentó los mejores coriillos sociales de la época, codeándose con literatos: músicos, pensadores y otros connotados personajes del mundo intelectual... Llegó a tener una relación pasional durante nueve años, que acabó en tragedia, con Mauricio de Sajonia condotiero nombrado Mariscal General cuando participó en la guerra de sucesión austríaca, en nombre de Luis XV. Según se especuló y dada su creciente rivalidad, con María Carolina Sobieska duquesa de Bouillon, se adjudica a ésta última su envenenamiento. Adriana falleció en marzo de 1730, con apenas 38 años de edad.


Como todas las tragedias no vienen solas, la iglesia católica se encargó de negarle una cristiana sepultura, por su supuesta vida licenciosa. Tal hecho conmovió a su gran amigo Voltaire, quien le escribió un amargo poema-obituario. Por consiguiente como muchos “grandes” no existe una lápida con su nombre. De allí a formar parte de la leyenda, fue una sola cosa.
Su vida y fama se extendió en el tiempo, de forma tal que inspiró el drama trágico de Scribe y Legouvé en el cual se basa la hermosa ópera de Cilea, que lleva su nombre y también la opereta Adrienne (1926) de Walter Goetze. En 1913 la gran Sarah Bernhardt la interpretó en una película muda. Hollywood no podía desaprovechar tan excepcional vida sin tomar partido, así que en 1928, la Metro Goldwyn-Mayer filmó el argumento de la obra teatral de Scribe y Legouvé, protagonizando por Joan Crawford.

La música de Francesco Cilea es una de la más sublime que se han escrito para el género operístico, tal y como amerita tan carismático personaje. La ópera consta de cuatro actos, incluyendo un ballet. En youtube se puede encontrar varias versiones de la bella aria: I son la´umile ancella (Yo soy la humilde esclava), del primer acto y leivmotiv de toda la partitura.* Otro dato que se puede aportar es que el tenor Plácido Domingo hizo su debut en el Metropolitan (N.Y. 1968), en el rol de Maurizio en esta obra.


Ilustración:Cuadro de A. Lecouvreur por Coypel.





















1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo unico que quiero - decirte gracias por este estupendo blog.
Tras leer la primera entrada "Crónicas escuálidas..." yo aún pasé con mucho gusto la hora leyendo tu blog :) Todo es escrito correctamente, muy interesante y de manera fácil para leer. Me gustó mucho la entrada "Yo soy la humilde esclava".

A. Rosaledo