07 febrero, 2013

A destempo.


En estos catorce años, tiempo tomado para la supuesta construcción de la nueva sociedad -la llamada Patria nueva- el sentido común ha desaparecido, para dar paso a  las más irracionales situaciones en el acontecer político. Cuando el Coma-andantepresidente se ha convertido en algo etéreo, se clama por su salud y pronto regreso, mediante las más absurdas y grotescas manifestaciones, digna de una corte de los milagro. Vemos a quienes jamás concebimos incurrieran en estos disparates, sorprendernos con alguna postura rodilla en tierra, un juramento ante multitudes, el consabido salto de talanquera (para una definitiva adhesión,  por ahora) o declaraciones y escritos laudatorios... A través de los años los obsecuentes y rastacueros han existido para beneplácito del ego de dictadorzuelos; pero nunca como en las actuales circunstancias.
Viene a cuento, porque a un mequetrefe de la televisión se le ocurrió muy teatralmente, demostrar su incondicional apoyo a la “revolución bonita” clamando de rodillas y brazos en cruz, por la vuelta del mandatario ausente. ¡El salvador de la patria! A pocos días, tuvimos que escuchar las palabras laudatoria que el maestro José Antonio Abreu lanzó, en un acto donde tocaba la Sinfónica Simón Bolívar para los integrantes del “nuevo régimen de facto” (de alguna forma hay que llamarlo) y a un grupo de presidentes latinoamericanos que asistieron al Teatro Teresa Carreño (el nuevo foro del régimen) a  un amago de toma de posesión presidencial, el 10 de enero del presente año.
Hagamos un poco de historia: la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Venezuela Simón Bolívar, se creó por decreto presidencial de Carlos Andrés Pérez en 1975, con la idea de promover la enseñanza de la música a nivel educativo. Su primer director-fundador fue el maestro Abreu, con un concierto inaugural, en abril del mismo año. Desde ese entonces hasta los momentos el maestro, ha batallado con gran encomio y varios altibajos durante todos los gobiernos democráticos, por el mantenimiento y desarrollo de un programa que con el correr de los años, se ha convertido en todo un sistema nacional de orquestas y recientemente con sede propia: giras por varios continentes, grabaciones, invitación de reconocidos directores internacionales y muchas premiaciones. (Premio Príncipe de Asturias, 1993) Actualmente bajo el slogan Tocar y Luchar y chaquetas tricolor, la OSSB se ha volcado en la única ventana cultural que Venezuela puede ofrecer al mundo, tal y como están las cosas en el deprimido sector cultural.
El discurso de agradecimiento y ruego por la sanación del Amadolider  leído por Abreu, con inclusión expresa de Dudamel en el mensaje, no cayó nada bien dadas las actuales circunstancias de “limbo institucional”, en que se encuentra el país y la actitud autoritaria de los suplentes de facto, debidamente asesorados por sus adláteres cubanos... Si a esto aunamos la grave crisis social y la tremenda inseguridad existentes (hasta dentro de los penales), en la prensa nacional se publicaron varios artículos reprobatorios de las palabras dichas. Independientemente del ideal político al cual suscriban con total derecho, considero que a estas alturas de la partitura no es necesario que el maestro y su dilecto alumno, se muestren genuflexos o hagan el ridículo, en aras de un supuesto beneficio para la organización. Bien sabemos que al régimen no le conviene hacer decaer semejante embajador propagandístico. La OSSB es del Estado venezolano y no de un partido político, su directiva e integrantes se deben a todos nosotros, por consiguiente los halagos partidistas deben manejarse con sindéresis.
En los artículos que circularon profusamente por las redes sociales, se hizo hincapié en comparar la actitud de los nuestros, con varios músicos que pisotearon su fama y dignidad por plegarse a regímenes totalitarios. No voy a repetir esos nombres. Prefiero recordar algunos músicos (compositores y directores), que no comulgaron con ningún totalitarismo y a través de los años son ejemplo de dignidad: Arturo Toscanini, Bela Bartók, Pablos Casal, Arnold Schönberg, Sergey Prokofiev.  Es falsa la premisa que se esgrime de que el autor se debe sólo a su obra. El artista, el científico, el intelectual no puede vivir en una campana de cristal, al margen de la sociedad y la historia. Por su condición privilegiada, debe unirse a las mejores causas de la humanidad y servir de ejemplo. Empero también puede, porque errar es humano, adherirse a las peores.

En un país como el nuestro, donde escasean las buenas motivaciones, el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles nos llena de autentico orgullo venezolanista. Es deseable, que aquellos que lo han hecho posible, también se hagan acreedores a nuestra admiración y respeto. ¡Se agradece no defraudarnos!
 
Caracas, febrero 2013
Ilustración tomada de la web.